Qué es el concepto de duración en el arte performance

El arte performance ha revolucionado la manera en que percibimos y vivimos las experiencias artísticas. Este enfoque único se aleja de las formas tradicionales del arte para sumergir al espectador en una vivencia que combina la acción, el tiempo y la corporalidad. En este contexto, el concepto de duración juega un papel crucial, ya que establece la relación temporal entre el artista, la obra y el público. La duración no solo afecta cómo se desarrolla la acción performativa, sino también cómo se experimenta y se recuerda. A medida que profundizamos en este concepto, nos daremos cuenta de que la duración en el arte performance es mucho más que un simple marco temporal; es un vehículo que transporta intenciones y significados.

En este artículo, exploraremos en profundidad el concepto de duración en el contexto del arte performance. Comenzaremos definiendo qué entendemos por duración, su evolución a lo largo de la historia del performance, y cómo se manifiesta en las obras de diferentes artistas. Posteriormente, analizaremos la relación entre duración y experiencia del espectador, así como las implicaciones emocionales y psíquicas que este concepto tiene en la percepción del arte. Finalmente, evaluaremos la manera en que el concepto de duración ha cambiado con la influencia de la tecnología y la digitalización en la contemporaneidad. Cada sección nos acercará a una comprensión más completa de cómo este aspecto esencial del arte performance transforma la experiencia artística y, en última instancia, la forma en que interactuamos con el arte mismo.

Definición del concepto de duración

La duración se puede definir como el tiempo que una acción o evento ocupa, pero en el ámbito del arte performance, esta definición se expande significativamente. En este contexto, la duración no solo se refiere a la cantidad de tiempo que dura una performance, sino también a como el tiempo es percibido tanto por el artista como por el espectador. El filósofo Henri Bergson, en su obra «El tiempo y la conciencia», destaca la diferencia entre el tiempo medido y el tiempo vivido, insinuando que lo que realmente importa es cómo experimentamos el tiempo, no solo su medición. Esta perspectiva se alinea con el arte performance, donde la duración puede activarse como un elemento subjetivo que genera sensaciones, reflexiones y emociones.

Este enfoque en la duración también desafía las nociones tradicionales del tiempo lineal en el arte. En el caso del arte visual, por ejemplo, una pintura se puede contemplar en un tiempo determinado y luego se deja de lado. Sin embargo, una acción en vivo se desarrolla en un tiempo que se siente orgánico y a menudo impredecible. Esta flexibilidad permite que la duración tenga un papel narrativo y dramático. En función de cómo el artista estructure esta duración, se pueden provocar diferentes impactos en la audiencia, haciendo que la vivencia sea única e intransferible. En este sentido, el concepto de duración se erige como uno de los fundamentos en la creación y recepción de obras de arte performático.

Historia y evolución del concepto de duración en el arte performance

El concepto de duración ha evolucionado a lo largo de la historia del arte performance, desde sus inicios en el siglo XX hasta su diversidad contemporánea. Artistas como Marina Abramovi , Allan Kaprow y Yoko Ono han contribuido a desarrollar este concepto. Por ejemplo, en la obra de Abramovi , la duración juega un papel fundamental. Su famosa performance «The Artist is Present», en la que se sentó en una silla durante más de 700 horas, pone de manifiesto cómo la duración puede involucrar al espectador en una experiencia emocional intensa. Esta obra no solo utilizó el tiempo como un recurso, sino que también transformó el espacio, convirtiendo la duración en un escenario de conexión entre artista y audiencia.

La práctica del arte performance también se enriqueció con la llegada de las vanguardias de los años 60 y 70, que cuestionaron los límites de la duración en el arte. El movimiento Fluxus, por ejemplo, exploró las ideas de tiempo y espontaneidad, eliminando las distinciones entre el arte y la vida cotidiana. En este sentido, la duración adquirió una nueva dimensión, donde lo efímero y lo repetido se fusionaron en acciones que retaban la percepción convencional del tiempo. Esta exploración inicial sentó las bases para el desarrollo de un concepto de duración que sigue evolucionando e influyendo en las prácticas artísticas contemporáneas.

La experiencia del espectador y la duración

La duración en el arte performance no solo es una preocupación para el artista; la experiencia del espectador también se transforma. A medida que los espectadores se sumergen en una acción prolongada, sus percepciones del tiempo pueden comenzar a distorsionarse. Esta dilatación o contracción del tiempo puede generar un sentido profundo de conexión con la obra, al permitir que el espectador desarrolle una experiencia más introspectiva y personal. Cuando una acción se extiende más allá de lo habitual, se invita al público a reflexionar sobre lo que están viendo y a cuestionar sus propias emociones y pensamientos.

Un buen ejemplo de esto es la obra de la artista performance Tehching Hsieh, quien realizó una serie de performances que abogarían por la duración como elemento esencial; una de las más notables fue «One Year Performance 1980-1981», donde estuvo encerrado en una caja durante un año. Los espectadores, al ajustar su tiempo de visitación, participaron y experimentaron un lazo temporal sin precedentes, que va más allá de la mera observación. Por lo tanto, es pertinente mencionar que la duración se convierte en un espacio donde se pueden reencontrar las intimidades compartidas entre el artista y el público, a través de la cual se establece un diálogo emocional significativo.

Impacto de la tecnología en la duración del arte performance

En la era digital, el concepto de duración en el arte performance ha encontrado nuevas avenidas gracias a la influencia de la tecnología. La digitalización ha permitido que muchas performances sean grabadas y reproducidas, desafiando la idea de un evento puramente efímero. Ahora, un evento que sucede en un tiempo limitado puede ser visualizado y experimentado en un contexto verificado en cualquier momento posterior, lo que plantea preguntas sobre la autenticidad de la experiencia original y de cómo la duración se reconceptualiza a través de los medios digitales.

Las plataformas en línea han permitido que artistas realicen performances en tiempo real para una audiencia global, expandiendo aún más la duración. Con las redes sociales, las performances pueden ser vistas instantáneamente, capturando la atención en la inmediatez del tiempo digital. Esto abre un campo de discusión sobre lo efímero frente a lo perpetuo. ¿Cómo afecta esta posibilidad al valor de la obra y la experiencia de su duración? En ciertos casos, la atención se vuelve más corta, en otros, persiste, generando un marco de participación que altera la forma en que percibimos el tiempo y la experiencia artística.

Reflexiones finales sobre la duración en el arte performance

El concepto de duración en el arte performance es un elemento central que une todos los aspectos de esta práctica. Desde la definición y su evolución histórica hasta la relación con la experiencia del espectador y el impacto de la tecnología, la duración juega un papel fundamental en la forma en que interactuamos con el arte. En un mundo donde la inmediatez puede reinar a través de la tecnología, es crucial reconocer la importancia de la duración y cómo esta afecta no solo la percepción del arte, sino también la conexión emocional que se establece entre artista y público.

Explorar la duración en el arte performance es adentrarse en uno de los aspectos más fascinantes de la experiencia estética contemporánea. Nos recuerda que el tiempo es un recurso que no solo se mide, sino que se vive, se siente y se comparte. Con cada acto performativo, la duración se convierte en un viaje en sí misma, un camino donde se experimentan emociones, reflexiones y memorias que perduran en el espectador mucho después de que la acción ha terminado. Así, la duración como concepto se revela no solo como un límite, sino como un vasto espacio de posibilidades donde la obra y el espectador pueden crear significados juntos.

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